TENUE – PROYECTO

En los dibujos de Diego Díaz sale a relucir no solo su talento gráfico sino su ánimo poético y su habilidad para enfocar, entre la bruma y la oscuridad, sensaciones, emociones y sentimientos que logra transmitir gracias a su penetrante capacidad de comprensión de la condición humana, y a que constituyen una evocación de intensas experiencias, de vivencias imborrables.

Son trabajos que se concentran en la noche, y que, por lo tanto, pueden inscribirse en la categoría de “nocturnos” cuya práctica tiene la dificultad de una representación veraz por cuenta de la oscuridad. Pero no hay que olvidar que la conquista de la representación nocturna dio lugar para la introducción del claroscuro leonardezco que Díaz esgrime con la pericia, pero sin los fuertes contrastes que han caracterizado su empleo en la historia del arte. 

Por el contrario. En sus dibujos apenas aparecen y no en todos, pequeños detalles que captan plenamente la iluminación artificial, puesto que están conformados básicamente por zonas oscuras y zonas de penumbra, que más que describir, sugieren, pero que no logran ocultar las pasiones ni la excitación propias de las noches bohemias. y por ende de música, amores furtivos y licor.

Son obras de pequeño formato, pero potentes en su capacidad de despertar recuerdos, remembranzas   que pese al desenfreno conllevan gran valoración de la cultura, especialmente de aquella que se aparta del canon ortodoxo de la época. Los amaneceres desbordados, licenciosos, liberan fuerzas que en el día son opacadas por los principios y la lógica, permitiendo al ser humano configurar su existencia sin responder a su supuesto destino, ser alternativo en el estilo de vida, en los gustos culturales, en el aprecio por la amistad y en la idealización de las pasiones

La noche habla un lenguaje de sombras y secretos y Díaz lo sabe bien y por ello sus dibujos, en su potente pequeñez, sugieren perturban y sorprenden. Los rostros que se difuminan en lo oculto incitan a identificar sus pensamientos, las manos comunican por igual impulsos y abandono, los abrazos son la profunda manifestación de una amistad de valores compartidos y de propósitos comunes.  

La obra de Díaz, en sus dos vertientes, resume creatividad y talento, pero sus nocturnos son, además, poesía visual y por eso al apreciarlos vienen a la mente las palabras del poeta: “Qué es la vida? Un frenesí, una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.

Eduardo Serrano